lunes, 23 de agosto de 2010

Inevitable

Cuando querer al Águila cobijada en el pecho
es aceptar el quiebre de sus alas
pero amarla en lo alto es descubrirme en el raigón profundo
la inútil mala sombra
de la quietud burlada por el viento
ay! me sorprendo altura clavada al lodazal de la impotencia
y cuando cruz
a lamer el costado de la resignación echo mi orgullo,
ay! Yo, la trastornada,
la doliente,
con qué rabia me arranco a los estigmas
para amarla hasta el borde maligno del deseo
y después de lo ignoto
tras la terrible puerta
Yo, el nudo,
la mortífera,
hundida en las cenizas del ascenso
soplo el llanto de mi alma en su cadáver
para volver a amarla.

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