Seguiremos mintiendo
nadie va a detener las madrugadas ni a secarnos el llanto
que refugiamos dentro del acre en la garganta
ni podrán encontrarnos detrás de la pared abiertos por el pecho,
nada será del todo diferente
y es tan seguro que
no dejaremos rastros de sangre en las veredas
lo comprendí al romper la línea del dolor
y ver el cuerpo lejos y tan solo,
o al asumir
los engranajes lentos de estar como viviendo,
inamovible, mientras la tierra pasa guiñándole a la sombra
de un exoesqueleto bamboleante
seguiremos huyendo
simulando olvidar, empujándonos dentro de la hoguera,
con el oído alerta por si acaso dejáramos de oírnos
y la herejía suene como paz.
.
jueves, 9 de septiembre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Nacida viva
Ya no busco coartadas a la risa
que esconde bombas de tiempo en este circo
donde la mala sombra es el titiritero
y mi dolor
el último orejón de la comedia.
Caigo desde mi horror al desenfado,
soy el par singular en los tumultos,
me atropello propósito,
me disparo jadeos de esperanza en la sien
y es que no sé morir de triste inimputable,
ni neutral si soy campo de batalla.
que esconde bombas de tiempo en este circo
donde la mala sombra es el titiritero
y mi dolor
el último orejón de la comedia.
Caigo desde mi horror al desenfado,
soy el par singular en los tumultos,
me atropello propósito,
me disparo jadeos de esperanza en la sien
y es que no sé morir de triste inimputable,
ni neutral si soy campo de batalla.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Moscas sobre la fruta
Moscas sobre la fruta
un zumbido, pequeñas discordancias,
pero alas hay, antipatía y tiempo para lo indiferente,
un gesto de fastidio antes del golpe
(apearse del gigante es imposible
sé que no amo la vida,
ni su obsesión de paso pretoriano)
no había porqué,
sólo un acto ahuecado y costumbrista,
porque alas hay,
y tal vez una historia , quién sabe si un derecho
natural
como un descenso de ángeles
sobre el núcleo mohoso del espíritu.
un zumbido, pequeñas discordancias,
pero alas hay, antipatía y tiempo para lo indiferente,
un gesto de fastidio antes del golpe
(apearse del gigante es imposible
sé que no amo la vida,
ni su obsesión de paso pretoriano)
no había porqué,
sólo un acto ahuecado y costumbrista,
porque alas hay,
y tal vez una historia , quién sabe si un derecho
natural
como un descenso de ángeles
sobre el núcleo mohoso del espíritu.
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