martes, 6 de septiembre de 2011

Insistencias








Es hora de torcer las voces del león,
arrancarle la lengua a la experiencia
y esperar subsistan
en los nidos de ratas de mis ojos,
todavía valientes, los antiguos motivos.

No concluye la selva ni lo espero.
El gesto amable de la ironía acecha y permanece
custodiando los límites:

Un cigarrillo más...
Kate llamando a Heathcliff después de veinte años
con la misma soberbia
con el mismo sabor de historia presentida
cosquilleando en la boca del estómago.
Ni siquiera hace frío.
No hay palabras que puedan escribirse, más que noche y cansancio.
Cordura se retuerce. Quizá una pesadilla…

Veo al león detrás de la ventana.
Su aliento convulsivo empañando el cristal de los deseos.
¿Dónde dejé mis armas de sólo respirar, apretando los pasos,
alzando la cabeza?
¿El primer beso, la primera rodilla raspada de mis hijos?
¿Dónde estas vos?
¿Tus manos en mis hombros mientras trozo cebollas,
sin preguntar qué miedo enmascarado comparece
confeso de su horror original?
.
Cordura duerme…
No voy despertarla en los escombros.

Por momentos la veo sonreír, sueña el último fuego.
Quita un mechón de pelo de sus labios. Suspira.
La abrigo con un sorbo de mate y la canción
repetida mil veces.
¿Para qué confundir el humilde sentido  de las lágrimas?






).(

2 comentarios:

  1. Siempre he sostenido que los poemas te encuentran, probablemente el alma tenga una especie de radar... Gracias por éste.

    Magnífico.

    Besos.

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  2. Estoy más que segura de que es así, Paloma. Gracias por tus palabras, vienen muy bien.

    Otro beso para vos.

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