miércoles, 26 de octubre de 2011

Soslayo (rescates)


MIÉRCOLES 4 DE MARZO DE 2009


Soslayo

I

Qué perfilado el dorso del enigma en el mutismo. Callado el pensamiento, la ambigüedad del lema se adormece, deshabita las ondas de ruido blanco y pujan las verdades del himno desde el barro.
Lo escrito desfallece, repta tácito, surca la elipsis de la voz sitiada. Es la necropsia, entonces, del poema. Abierta la palabra por el fiel, despojada de estética y perjurio, cobra la forma pura de las bestias y escurre el hombre solo, tumefacto, infectado de complexión litúrgica, al modo estático de las irrealidades.

II

El único poema que podría quebrar la probidad de Dios: el cuerpo de Carilda bajo la lengua insomne de Panero. Nirvana omnipresente.

III

Sonríe si recuerda que le fue dado el don de la palabra para dignificarla. Acaricia los símbolos, los pule, los derrama en discursos luminosos, se observa sopesando sus laureles hasta la apostasía: inventa neologismos y bautiza al cernícalo que babea en sus páginas Poeta. Descenso laborioso del demiurgo hasta alcanzar el eslabón perdido: afirma haber tocado La Belleza mientras lava sus manos.


IV

Lo mira de soslayo, le busca luz detrás de las palabras, se encuentra una sonrisa insatisfecha después de haber leído su último poema. Se le pega la lengua al paladar, así de amarga sabe cada imagen. Lucha con su consciencia, es una mierda pero no va a quemarlo. Se diría que siempre gana su vanidad, después de todo es Suyo y pulsa enter: acaba de lanzarlo a los leones. Le regresa trayendo coronas de laurel sobre la frente. Inexplicable. ¿Importa?

V

Qué, de lo visto, vuela, separándose de formas y de espacios. Nunca el perfil del fuego fue más nítido: ascienden las volutas de la seda besándole los muslos, como un ojo inflamado de deseo detrás de los cendales. Los símbolos se tensan, se arquean por la espalda, la surcan de jadeos.
Va a decirlo, con todos los gemidos en voz alta, con el sudor del sexo rasgado de placer y éste será El Poema, la cúspide de viejas fantasías sosegadas, el bestiario dormido en los suburbios del subconsciente libre de cadenas. Esta es Ella, por fin, desnuda en la palabra. Si el éxtasis cediera su soberbia a la omisión en el punto final, si no hurgara su dedo buscando redoblarse en el placer orgiástico del verbo, no llegaría a temblar ante el sinónimo: desnudarse, exponerse, despojarse. Relee, luego, calla.


VI

Repartieron los dones y le tocaron todos menos uno: la voluntad de erguirse. Juego macabro del bufón de turno que susurra al oído de los dioses. Llevaba a La Belleza doblada en un bolsillo, La Poesía pegada como un chicle en el zapato, y los colores, ah! manchaban sus mejillas con los tonos chillones de los sueños. Los fue negando, talento por talento al fondo del sepulcro. Caminaba encorvada, decreciendo, mascullando tristezas por lo bajo. Pero sus ojos, apenas entreabiertos, incendiaban los mares, enceguecían los iris de los astros. Así fulgía el corazón cansado de sostener el peso de las gemas signadas a morir sin engastarse.

VII

De todos los pecados, el lenguaje es el nexo, factor aumentativo de la culpa; no obstante, es el silencio la culpa equivalente arrodillada ante el confesionario. Debiéramos, entonces, hallar un eje exacto entre el hablar Per se y el reprimirse, si no fuese tibieza, indiferencia o gris diminutivo de La Idea. He aquí el germen capcioso del albedrío, nunca libertario. Dejémoslo mejor, en que se es inconsciente o kamikaze ante la gesta de la página en blanco, que dobla el riesgo frente la escritura: lo trazado no calla, permanece, y se es inconsciente o kamikaze también en el mutismo. Bienvenido al infierno de los Hombres: no hay forma de escapar al pensamiento.


VIII (Junio 08)

Como el desnudo que ha esculpido el viento

en la mirada ausente del glaciar,
así de diáfano
y apenas perceptible a media sombra,
se da el milagro de nacer a un verso,
el abandono
al seno cálido de la utopía,
y quiebra la consciencia en cada sístole
hasta el dolor de armonizar el grito
y conciliar el goce lujurioso de la razón vencida
con el cándido gesto
del enigma viviéndose sustancia
sólo por un instante:
el imposible.


Viví Flores Massares

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