domingo, 19 de febrero de 2012

Sima





Dormiré
sin saber si mañana consiga recordarme,
si huela a mí, si aún
mis dos lunas sostengan el delicado puente
entre la Vida y el infierno diurno.

Dilato los estragos de la inercia
aferrada a la espira del desvelo…
tiempo caliginoso,
anegado de música,
agua helada en el gesto demacrado,
súplicas a la efigie de razón desertora.


Inmolados en litros de café
aletargados de humo
en el momento exacto en que el vacío arrebate mi Amor,
los párpados caerán a descubrir
la verdad asesina:

Esa noche no supe despertar,
para no verlo  irse también dentro del sueño.




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