viernes, 2 de marzo de 2012

Hoja en blanco


Te presiento en lo inmóvil.
Si ahora te atrevieras a nombrarme caerían exhaustos los espejos.
Podría recorrerte con los ojos cerrados,
confrontarte
cuarenta y cuatro golpes de indigencia en la piel
con milenios de sed entre los dientes,
medirte la esperanza regada en los baldíos
o deshojarme para ti las pústulas de nieve que florezco
pero somos
desde lo inmóvil tú,
yo desde lo dogmático del frío,
la misma entristecida reclamando una hoguera.

Me traerás los gritos desangrados
y voy a sonreír frente a la rabia con la resignación de los ausentes
como si nada roto en lo que importa.
Desde el olvido yo,
tú desde un sueño que no ha dejado la matriz del siempre
somos la misma lánguida seduciendo a la fosa

y me sabes
continua en lo que lucha,
desafiante del canto de los grillos,
de las campanas fieles a su torre.

Un hosco tintineo de sonajas nos conserva las manos en su tinta,
a un lado yo,
abriéndole los muslos a la voz que no atiendes,
tú desde el desamparo
amoldando a la cópula de afonías y rouge la herida taciturna:

en tus márgenes yo
garabateo
la misma telaraña
que contra los renglones me sollozas. 
 
 
 
).(
 
 

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