Para amar las estrellas sin aceptar la noche
hay que entregarle la mirada al fuego.
Y te busqué
cuando el tiempo y sus máculas de nada acogían mi voz
(fui el silencio que
azota y reverbera
entre remansos o espirales torvos )
y allá abajo… donde el espejo exhala luminarias de hielo,
donde la muerte es
faro y salvación,
me despertó tu abrazo.
Veras…
entre mis sombras una brizna del dios que desconozco
aún respira.. y sí
de la muda garganta de mis miedos
ha escapado un suspiro
que te prende los labios
como un ladrón... y sí
mi sustancia confusa,
como una bestia ebria de esperanzas,
quiere morder tu luz con los dientes de un sueño.
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