martes, 27 de abril de 2010

En el rincón

Sinsentidos, como pequeñas bolas de pelusa,
y en su espacio de juegos
columpios de pestañas, areneros de sal
ríos de fuego de papel plisado
que dragones de felpa vomitan en mi boca.

Tengo los ojos rotos
y en la caja de te 22 escalones pintados en cartón,
un ningún sitio al que ascender pisandolos,
un ningún cuerpo al que volver del nudo.

Pudiera en este instante descoserme la sombra
doblarla en sub versiones de pisadas
ceñirla al doble fondo de un cajón de miserias
para llamar al ángel de las disoluciones
y decirle:
esto que llevaremos, tómalo todo y pasa.

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