Escucha... la postración de fuerza habla por todos
y en su cárcel de dogmas nos confunde...
he querido gritar: ésta guerra no es mía,
y clandestina o pródiga de entregas, ocultarme a la espada
cuando soñé los dientes de un cervatillo blanco quebrándome los dedos
y el concluir de los frutos todavía tempranos
qué crimen es talarse en el deseo para sobrevivir en el amor?
pero huérfano el útero, indefensa la casta, reniego de indulgencias
éstas armas son mías, y toda esta penumbra indecorosa
cada abertura insomne entre espina y satén
esta pureza
de perpetuarse en los asesinatos
por no abjurar hincando el corazón
por no negar siquiera la ruindad de las súplicas
esta luminiscencia de noche interminable
en la que sola creo
porque es entero y mío
este absoluto avaro
que proclama mi ser cuando te nombro.
me hace ser mitad
ResponderEliminarcuando me nombras.