viernes, 14 de octubre de 2011

Sendero





Así todas las formas se deshacen:

arranca todo el rojo, que ruede sobre el negro
y se hunda en cicatrices,

entonces, sin más piel ni labio para el frío,
se sellará a tu espalda la huella de tu rostro,
y la prisión aleve,
ese yermo perfil que se besa a sí mismo en el espejo,
soplará en el vacío la silueta del orbe.


Hay que saber agonizar cantando
de pie sobre la propia alegoría
para salvaguardarse de la pulsión mortuoria
y emplear el sudario como un puño
enguantado de seda.


Así toda la nada  se sucede.

Lo saben las palabras que callé
cuando vivir a filo de valor simulado
era la perspectiva del regreso,
y la extinción metódica de la fragilidad
daba a luz en las calles
un contoneo suave de caderas y el disparo certero
de otra sonrisa acorde a la batalla.

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